lunes, 9 de marzo de 2015

AMOR EN LA ISLA

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de mi relato Amor en la isla. 
Vamos a ver lo que le ocurre hoy a Diana.

                                   Diana ya había tomado una decisión con respecto a su futuro. Iba a casarse con Marcos. Su futuro esposo era un hombre que gozaba de una envidiable posición social. Además, le había demostrado que era todo un caballero. Los consejos que le había dado la señorita Palomares se habían esfumado de su cabeza.
                                Diana sabía que podía llegar a ser muy feliz con Marcos si se casaba con él. Además, lo que sentía por aquel joven era tan intenso. La dejaba atontada.
                                Había llegado la hora de casarse y de fundar una familia. Marcos, incluso, hablaba de viajar a Madrid. Era un joven amable y, al convertirse en su marido, se consagraría a ella por completo.
                                 Diana y Lorena salieron a dar un paseo por la isla acompañadas por su dama de compañía. Diana le habló más a fondo a su hermana mayor de sus planes.
-¿Lo has pensado bien?-quiso saber Lorena.
-Llegado el momento, Marcos vendrá a ver a padre-contestó Diana-Le pedirá mi mano en matrimonio.
                              Lorena se cogió del brazo de su hermana mayor.
-Me alegro mucho por ti-afirmó la joven.
-Creo que he llegado a enamorarme de él-admitió Diana.
-¿Lo dices en serio?
                             Diana podía ser lo que se esperaba de ella. Una señorita recatada en todo el sentido de la palabra...Pero también podía llegar a ser muy terca si se lo proponía.
-Sólo espero que me haga feliz-contestó Diana-Y que yo sea capaz de hacerle feliz a él.
                            Esbozó una sonrisa. Pensó en el futuro que se abría ante ella.
-Y vais a tener muchos hijos-auguró Lorena.
-Tener hijos es lo de menos-replicó Diana.
-¿Cómo puedes decir eso? Padre y madre se mueren por ser abuelos. Y yo nunca me casaré ni podré darles un nieto.
-Eso no se sabe, Lore.
-Ningún hombre querría casarse con una ciega.
-Padre debería de llevarte a Murcia.
-No quiero despertar la compasión de nadie, Diana. Dejemos las cosas como están.



                        Más adelante, Diana se encontraría en la cama con Marcos.
                        Sería abrazada con fuerza por él. Sentiría la boca de él devorando su boca con avaricia. Recibiría las caricias que le brindarían sus manos y sus labios.
                       En aquellos momentos, la principal preocupación de Diana era Lorena. Quería hacer algo para poder ayudarla.

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