sábado, 2 de agosto de 2014

MARTINA COLINA Y YÁÑEZ.

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros un extracto del diario de Martina Colina y Yáñez.
¿Y quién es Martina?
En teoría, Martina es la hermana menor de Roberto Colina y Yáñez, conde de Mora, nacida durante la estancia de la familia en su finca del caserío de Los Vidales, en El Garbanzal. Cuando Martina viene al mundo, Roberto tiene dieciséis años.
La realidad acerca del origen de Martina es bien distinta. Y hasta aquí puedo leer.
El diario de Martina no viene en ninguna de las novelas. Pero pienso que nos permite conocer un poco mejor a esta encantadora joven.

                                Me gusta salir a pasear por la Alameda de San Antón.
                                Es Beatriz quien suele empujar mi silla de ruedas, mientras mi prima Adela camina a mi lado. Las dos me cuentan anécdotas de cuando venían a jugar con Roberto, con Adelaida y con Alejandra cuando eran pequeñas. Les acompañaba siempre su niñera. Y no podían dejar de corretear de un lado a otro.
                                  Yo también he estado aquí jugando cuando era más pequeña. Cuando todavía podía caminar.
                                   Y siento el inmenso deseo de levantarme de mi silla de ruedas y echar a correr. Adela advierte lo que me está pasando. Beatriz deja de empujar mi silla de ruedas. Adela me da un beso en la sien.
-Siempre terminas llorando-me regaña con suavidad.
-Es porque echo de menos el poder correr-le aseguro-El poder subirme a los árboles. El poder caminar.
-Y volverás a caminar algún día-me asegura Beatriz.
-Todos sabemos que eso no va a pasar-me lamento-Ya fue muy claro el médico hace algunos años. Estoy condenada a vivir postrada en una silla de ruedas. Nunca podré levantarme de ella. No volveré a caminar. No volveré a correr. No volveré a ser como era antes.
-¡No me gusta que tires tan rápido la toalla, Martina!-protesta Adela.
-Quizás, mi problema es que soy realista.
-El problema es que eres demasiado pesimista-se queja Beatriz.
-No quiero ser una carga para ninguna de vosotras. No quiero que madre sufra por mi culpa. Tenéis derecho a hacer vuestra vida. Yo podría terminar en un convento. Me cuidarían bien allí. Estaría bien atendida.
-Nosotras te atendemos. Nosotros te cuidamos. Te queremos, Tina. No olvides. Somos tu familia.
                          Noto cómo las manos de Beatriz me aprietan con suavidad los hombros. Me indican que siempre estará a mi lado. Y yo se lo agradezco de corazón. Necesito a mi familia en estos momentos más que nunca.

 

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