domingo, 6 de abril de 2014

LAS ESTRELLAS COMO TESTIGO

Hola a todos.
Hoy, toca un nuevo fragmento de Las estrellas como testigo. 
En este fragmento, asistiremos a una conversación entre Úrsula y Sara en la que la primera piensa que, de casarse su prima, podría ser muy desgraciada.

                           Casarse con alguien a quien no se ama sólo trae dolor, pensó Úrsula.
                          Sara encontró a su prima dando un paseo por el jardín con gesto serio.
                          Aquella tarde, el marqués y Úrsula habían discutido y los gritos se habían oído en toda la pedanía de Portmán; gritos que profería Úrsula en contra de aquel marido al que no amaba y que casi la tenía prisionera en su propia casa.
                         Úrsula sonrió al ver a su prima acercarse a ella.
-Quería decirte que lo siento-se disculpó Sara.
                         Dieron un paseo por el jardín. Úrsula tenía sus propios sueños. Quería regresar a su casa. Pero también quería viajar a Murcia. Deseaba ser presentada en sociedad.
-Este matrimonio no debió de haberse celebrado nunca-se lamentó Úrsula.
                        Pero la abuela de su marido había insistido en ello. La pobre mujer debía de estar muy arrepentida de haber vivido lo suficiente como para ver a su nieto y a la esposa de éste hacerse la vida imposible. Úrsula miró a su prima. Sara se había convertido en una joven en edad casadera.
-Le pediré a padre que me acompañes cuando viaje a Murcia-le prometió la chica-Me da mucho miedo estar en una ciudad tan grande. Y tú sabes desenvolverte mejor que yo. Eres una mujer casada y me siento un poco tonta a tu lado.
                        Sara tenía la piel blanca como la leche. Llevaba su rubio cabello recogido en un moño a la moda. Llevaba puesto un vestido de color blanco que reforzaba ese aire angelical que Sara transmitía. Úrsula se cogió de su brazo mientras caminaban por el jardín.
-El matrimonio nunca trae consigo grandes alegrías-se lamentó la joven.
                        Había una nota de tristeza en su voz al hablar.
-¿Estás enamorada de Diego, prima?-inquirió Sara.



-Si te soy sincera, no lo sé-contestó Úrsula-Intenté amarle al principio de nuestro matrimonio. Pero...Él se esfuerza en ser un buen marido. Pero yo noto que todo es forzado. Sabe que deseo viajar a Murcia. Pero me mantiene prisionera aquí. Soy feliz viviendo con mis tíos y contigo, Sarita. Es sólo que quiero tener mi puesta de largo.
-Padre también desea lo mismo que tú y sufre al ver que eres una desdichada.
-Soy marquesa y tengo un título, pero siento un hondo vacío en mi interior.
-Deberías de haber tenido un hijo. Pero madre dice que los hijos los envía Dios cuando llega el momento.
                    Los ojos de Úrsula se llenaron de lágrimas. Sara le dio un cariñoso apretón en el brazo, intentando consolarla.
-A lo mejor, es mejor así-afirmó Úrsula.
-Lo mejor para Diego y para ti es que habléis-le exhortó Sara-La gente resuelve sus problemas hablando. No discutiendo. No soporto las peleas. Me da mucha pena que las cosas estén así entre vosotros.
                       Úrsula apoyó la cabeza en el hombro de su prima.

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